Nuestro
viaje comenzó en Manzanares, donde nos reunimos Omar y yo, ya que
Blas estaba en Madrid en un reunión Comenius, a las 20.00 horas ya
estabamos todos juntos en el aeropuerto de Barajas, para salir hacia
Dubái, un vuelo placentero con Emirates, dos horas de escala y
salida para Bangkok. Durante este vuelo hubo bastantes turbulencias,
lo que hizo que pasase un mal rato, menos mal que después de
sobrevolar el espacio aéreo hindú superé el malestar después de
mi visita al baño.
Llegamos
a las 19.00 horas a Bangkok, los trámites obligatorios para sellar
el visado y los tres junto con Nuria, una gallega que iba a mi lado
en el avión, que tuvo que soportar mi malestar durante el vuelo, y
Benjamín, un francés, que le preguntó a Omar, si podía compartir
el taxi con nosotros, nos fuimos a la zona de Khao San Road a pillar
una habitación triple para nosotros, ellos ya llevaban la habitación
reservada desde España.
Khao
San Road es la zona de mochileros de Bangkok, por lo que nos resultó
fácil encontrar un sitio donde pasar la noche, diez minutos para
dejar las mochilas y estábamos tomando un plato de fideos callejeros
por 50 Bath (algo más de 1 euro) y sentados en una terraza con
nuestras primeras cervezas, escuchando a una pareja de músicos
callejeros tocando música pop de los 90.
Sin
darnos cuenta se hicieron las 2.00 de la madrugada, las 21.00 hora
española, pero llevábamos 35 horas sin dormir por lo que sin
darnos cuenta caímos en la cama hasta las 12.30 de día siguiente.
Realmente
estábamos muy cansados y nos vino bien poder recuperarnos de toda la
fatiga acumulada, además del jet-lag llevábamos detrás muchas
horas de vuelo y una madrugada que fue intensa en la ciudad de
Bangkok, un taxi y para la ciudad de Hua Hin, una zona turística que
no era lo que buscábamos, una noche paseando por la playa y llegando
a la estación de tren para ver las posibilidades para poder llegar a
las playas del sur.
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